POR: ANAIS YANED RIVERA MACHADO
La educación femenina ,a través de los años siempre ha sido un mito situada dentro del conjunto de transformaciones que se han ido produciendo en la familia ,y en la sociedad a lo largo de los diferentes períodos de la historia; por eso vale la pena dar una mirada atrás y retomar algunos aspectos fundamentales que puedan aclarar y servir de ayuda a múltiples investigaciones acerca del tema. Particularmente se ha tomado como referencia El Colegio a lo largo de la historia han marcado la pauta en nuestro Departamento. Pero es muy importante retomar algunos aspectos de tipo histórico que ayudan a visualizar más el papel y trayectoria de las mujeres en cada uno de de los tiempos.
No podemos olvidar que el trabajo doméstico gratuito de las mujeres es una pieza clave en el desarrollo de la sociedad capitalista y todos los esfuerzos se dirigen a que asuma este rol.
La escuela obligatoria será el instrumento propagador de la moral burguesa, su idea de estado, familia e infancia. Se pretende generalizar e imponer una educación a las clases populares a través de una lengua nacional que facilite la inculcación de valores: el castellano, un sistema común de pesas y medidas para desarrollar un mercado nacional: el sistema métrico decimal, y la idea de patria de unidad y unidad política acompañadas del desarrollo de toda una serie de hábitos: limpieza, regularidad, compostura, obediencia, diligencia, respeto a la autoridad, amor al trabajo y espíritu de ahorro. Todo ello encaminado a tutelar, moralizar y convertir a las clases populares en honrados productores y sumisas domésticas.
Estudios histórico/antropológicos victimizan genéricamente a la infancia de clase baja del secuestro y encierro moral que se produce durante este siglo con la implantación de la escolarización obligatoria, sin embargo, estos análisis obvian lo que es una gran conquista para ele sector femenino: el reconocimiento legal de su salida al espacio público.
Teniendo en cuenta los anteriores datos históricos que recogen las vivencias y ubican a la mujer en un lugar importante y trascendental a través del tiempo y del espacio vale la pena dar una mirada hacia el origen de las primeras instituciones educativas en la ciudad de Ibagué, haciendo referencia al colegio La Presentación de Ibagué.
Las primeras hermanas de la comunidad llegaron a Colombia el 21 de junio de 1873. Lo hicieron para dar respuesta al urgente llamado hecho por la junta de beneficencia de Bogotá, con el aval del Gobierno dirigido por el Tolimense Manuel Murillo Toro… el interés era que se pusieran al frente como enfermeras del Hospital San Juan de Dios.
Una vez establecidas en la Capital de la República, las hermanas harían presencia en los Santanderes, departamentos duramente golpeados por la guerra civil, en Antioquia, y un poco mas tarde en nuestro departamento del Tolima. En efecto a Ibagué las hermanas arriban en el año de 1900, atendiendo un urgente llamado del Señor Cura Párroco Pbro. Jesús María Restrepo. El llamado fue respondido con inmenso amor donde las hermanas llegaron a construir y regentar el mas importante centro hospitalario de la ciudad el Hospital de Santa Librada, mas tarde llamado San Rafael y hoy Clínica Hospital Tolima y desde luego su obra fundamental: El Colegio de la Presentación.
Se evidencia en los libros que llevan el registro de los establecimientos en Santa Fe de Bogotá, la siguiente nota escrita en francés “El reverendo Padre Félix Rugier, Marista, de acuerdo con el Señor Luís V. González, Gobernador del departamento del Tolima, desea establecer un internado para señoritas dirigido por las Hermanas de la Presentación. Ellos han contribuido para comprar una casa con tal fin y el cual fue fundado el 01 de octubre de 1901, en una pequeña casa situada en la carrera cuarta entre calles 10 y 11 frente al lugar que ocupa el edificio del Círculo de Ibagué empezó a funcionar un internado de señoritas. La casa era del señor, Fernando Caicedo quien la arrendó para el efecto. Al ser solicitada al poco tiempo por el dueño, las hermanas se pasaron a una casa grande en el parque Bolívar.
Hacia el año 1900, Ibagué era una aldea poblada principalmente por pequeños comerciantes y artesanos que aprovechaban la ubicación geográfica de la localidad como necesario lugar de paso entre el Occidente y el Sur del País, recorrido que ante la ausencia de carreteras, se realizaban en penosas jornadas por caminos de herradura y a lomo de mula.
Para entonces Ibagué reproducía en el aspecto social las vicisitudes de la guerra civil más cruenta que haya tenido el País: la Guerra de los Mil Días. Los desplazados, viudas, huérfanos, los perseguidos y los desterrados que iban produciendo el conflicto de la región, se comenzaban a asentar de manera vertiginosa en la ciudad.
En ese contexto el Señor Cura Párroco Jesús María Restrepo, autoridad Eclesiástica de Ibagué, y luego el Sacerdote Félix Rouger, junto al Gobernador del Departamento, señor Luís Vicente González, hacen el llamado a las Hermanas Dominicas de la Presentación, que entonces llevaban más de 20 años, en Colombia, para que se vinculasen a Ibagué creando un internado de señoritas.
La historia de la educación privada, a cargo de religiosos, podría ser construida en torno a este colegio.
Uno de los espacios que mejor deja comprender la naturaleza de una Institución, es sin lugar a dudas su cotidianidad. Para ofrecer una aproximación del rigor con el cual las Hermanas de la Presentación garantizaban una sólida formación moral e intelectual a sus alumnas, transcribiré un texto extraído directamente del archivo de la Presentación Escuela de Artes Femeniles que a la letra dice: … Actualmente hay un personal de Hermanas muy competente para las obras de la casa, consta de ocho Profesoras y la Superiora. La enseñanza esta divida así: dos grupos de externas, años primero, segundo y tercero, cuarto, quinto y sexto. Las internas otros dos grupos y cada una de las cuales tiene su Profesora; además hay dos Profesoras para modistería y obras de… (Sic), las externas tienen clase todo el día y las internas y las internas solo en las mañanas, pues en las horas de la tarde se dedican a artes manuales. Las internas están divididas en tres grupos, 26 becadas, 10 por el Gobierno y 16 por el municipio; 17 pensionadas a $15 pesos y 34 que sostiene la casa gratuitamente. Las externas pagan cada una un peso mensualmente. El reglamento de la casa es sencillo y fácil de acomodarse a él: levantada a las cinco de la mañana; baño a las cinco y cuarto, santa Misa a las seis, Desayuno a las siete, oficios domésticos hasta las ocho, clases hasta las 11 y 45, Almuerzo a las 12, recreo hasta la una de la tarde, clases manuales de una a cinco de la tarde, comida a las seis. Las niñas se retiran al cuarto de estudio para que repasen de siete a ocho de la noche”.
De otro lado es importante resaltar como se realizaba la selección y evaluación de las alumnas; Aspirar a ingresar a como Alumna al Colegio exigía ciertas condiciones: Contar con el Visto Bueno del señor Obispo de la Diócesis, quien examinaba la Fe de Bautismo de la niña y la Partida de Matrimonio de sus Padres, con el fin de comprobar el carácter católico de la Familia.
Así mismo, los exámenes a las niñas que se iban a graduar, se caracterizaban por el rigor. No eran únicamente las Profesoras quienes promovían a las alumnas, sino que luego de una detallada observación del desempeño de cada Estudiante, el Colegio las proponía para ser aprobadas. Entonces se iniciaba un angustioso período de preparación para presentar exámenes ante un jurado muy exigente conformado nada menos que por el Señor Obispo quien lo Presidía, el Señor alcalde de la ciudad, el Tesorero del Departamento, el director de Instrucción público, algo así como el Secretario de Educación departamental, los Rectores de los Colegios de Varones que funcionaban en el Municipio.
El examen era público es decir, a él asistía la familia de la niña que aspiraba a ser promovida al grado siguiente, sus profesoras, compañeras y el Jurado. La evaluación era estrictamente en forma oral, aprobada la rigurosa evaluación se levantaba el acta respectiva: único requisito para promoverse o graduarse.
Las alumnas graduadas eran reconocidas como mujeres idóneas y de inmediato la sociedad las acogía como Maestras, pues antiguamente una estudiante que aprobara cuarto de bachillerato (noveno hoy en día), estaba habilitada para enseñar en los pocos establecimientos educativos de la región.
Las verdaderas fundadoras fueron la Hna. Henri Gabriel, quien tuvo la colaboración de las Hermanas San Miguel y Agustina de la Cruz como Profesoras.
ESTUDIOS QUE CURSABAN
En los primeros años, se enseñaba aritmética, ortografía, historia, lectura, matemáticas, catecismo del Padre Astete, geografía, se daba especial importancia a las artes manuales, pues se formaba a la mujer para la vida… mas tarde en 1926 se amplió el pénsum y después de haber cursado las materias requeridas entre las cuales figuran además, historia universal, francés y pedagogía, terminado el curso se presentaba la candidata ante las autoridades para un examen público, se levantaba un acta. Aprobados los exámenes se les otorgaba el título de GRADO SUPERIOR DE MAESTRA.
NUEVA ORIENTACIÓN
El año 1931marca la evolución de la época. En adelante serán los cursos comerciales en los Colegios de Señoritas las Directoras y profesoras enseñaban aquello que les parecía más necesario: Taquigrafía, mecanografía, contabilidad, era un honor graduar las alumnas en el menor tiempo posible, bien preparadas para que salieran a trabajar, entonces como lógica conclusión paulatinamente se fue perdiendo personal para el magisterio y el número cada vez mayor para el título de EXPERTAS EN COMERCIO.
Las primeras hermanas de la comunidad llegaron a Colombia el 21 de junio de 1873. Lo hicieron para dar respuesta al urgente llamado hecho por la junta de beneficencia de Bogotá, con el aval del Gobierno dirigido por el Tolimense Manuel Murillo Toro… el interés era que se pusieran al frente como enfermeras del Hospital San Juan de Dios.
Una vez establecidas en la Capital de la República, las hermanas harían presencia en los Santanderes, departamentos duramente golpeados por la guerra civil, en Antioquia, y un poco mas tarde en nuestro departamento del Tolima. En efecto a Ibagué las hermanas arriban en el año de 1900, atendiendo un urgente llamado del Señor Cura Párroco Pbro. Jesús María Restrepo. El llamado fue respondido con inmenso amor donde las hermanas llegaron a construir y regentar el mas importante centro hospitalario de la ciudad el Hospital de Santa Librada, mas tarde llamado San Rafael y hoy Clínica Hospital Tolima y desde luego su obra fundamental: El Colegio de la Presentación.
Se evidencia en los libros que llevan el registro de los establecimientos en Santa Fe de Bogotá, la siguiente nota escrita en francés “El reverendo Padre Félix Rugier, Marista, de acuerdo con el Señor Luís V. González, Gobernador del departamento del Tolima, desea establecer un internado para señoritas dirigido por las Hermanas de la Presentación. Ellos han contribuido para comprar una casa con tal fin y el cual fue fundado el 01 de octubre de 1901, en una pequeña casa situada en la carrera cuarta entre calles 10 y 11 frente al lugar que ocupa el edificio del Círculo de Ibagué empezó a funcionar un internado de señoritas. La casa era del señor, Fernando Caicedo quien la arrendó para el efecto. Al ser solicitada al poco tiempo por el dueño, las hermanas se pasaron a una casa grande en el parque Bolívar.
Hacia el año 1900, Ibagué era una aldea poblada principalmente por pequeños comerciantes y artesanos que aprovechaban la ubicación geográfica de la localidad como necesario lugar de paso entre el Occidente y el Sur del País, recorrido que ante la ausencia de carreteras, se realizaban en penosas jornadas por caminos de herradura y a lomo de mula.
Para entonces Ibagué reproducía en el aspecto social las vicisitudes de la guerra civil más cruenta que haya tenido el País: la Guerra de los Mil Días. Los desplazados, viudas, huérfanos, los perseguidos y los desterrados que iban produciendo el conflicto de la región, se comenzaban a asentar de manera vertiginosa en la ciudad.
En ese contexto el Señor Cura Párroco Jesús María Restrepo, autoridad Eclesiástica de Ibagué, y luego el Sacerdote Félix Rouger, junto al Gobernador del Departamento, señor Luís Vicente González, hacen el llamado a las Hermanas Dominicas de la Presentación, que entonces llevaban más de 20 años, en Colombia, para que se vinculasen a Ibagué creando un internado de señoritas.
La historia de la educación privada, a cargo de religiosos, podría ser construida en torno a este colegio.
Uno de los espacios que mejor deja comprender la naturaleza de una Institución, es sin lugar a dudas su cotidianidad. Para ofrecer una aproximación del rigor con el cual las Hermanas de la Presentación garantizaban una sólida formación moral e intelectual a sus alumnas, transcribiré un texto extraído directamente del archivo de la Presentación Escuela de Artes Femeniles que a la letra dice: … Actualmente hay un personal de Hermanas muy competente para las obras de la casa, consta de ocho Profesoras y la Superiora. La enseñanza esta divida así: dos grupos de externas, años primero, segundo y tercero, cuarto, quinto y sexto. Las internas otros dos grupos y cada una de las cuales tiene su Profesora; además hay dos Profesoras para modistería y obras de… (Sic), las externas tienen clase todo el día y las internas y las internas solo en las mañanas, pues en las horas de la tarde se dedican a artes manuales. Las internas están divididas en tres grupos, 26 becadas, 10 por el Gobierno y 16 por el municipio; 17 pensionadas a $15 pesos y 34 que sostiene la casa gratuitamente. Las externas pagan cada una un peso mensualmente. El reglamento de la casa es sencillo y fácil de acomodarse a él: levantada a las cinco de la mañana; baño a las cinco y cuarto, santa Misa a las seis, Desayuno a las siete, oficios domésticos hasta las ocho, clases hasta las 11 y 45, Almuerzo a las 12, recreo hasta la una de la tarde, clases manuales de una a cinco de la tarde, comida a las seis. Las niñas se retiran al cuarto de estudio para que repasen de siete a ocho de la noche”.
De otro lado es importante resaltar como se realizaba la selección y evaluación de las alumnas; Aspirar a ingresar a como Alumna al Colegio exigía ciertas condiciones: Contar con el Visto Bueno del señor Obispo de la Diócesis, quien examinaba la Fe de Bautismo de la niña y la Partida de Matrimonio de sus Padres, con el fin de comprobar el carácter católico de la Familia.
Así mismo, los exámenes a las niñas que se iban a graduar, se caracterizaban por el rigor. No eran únicamente las Profesoras quienes promovían a las alumnas, sino que luego de una detallada observación del desempeño de cada Estudiante, el Colegio las proponía para ser aprobadas. Entonces se iniciaba un angustioso período de preparación para presentar exámenes ante un jurado muy exigente conformado nada menos que por el Señor Obispo quien lo Presidía, el Señor alcalde de la ciudad, el Tesorero del Departamento, el director de Instrucción público, algo así como el Secretario de Educación departamental, los Rectores de los Colegios de Varones que funcionaban en el Municipio.
El examen era público es decir, a él asistía la familia de la niña que aspiraba a ser promovida al grado siguiente, sus profesoras, compañeras y el Jurado. La evaluación era estrictamente en forma oral, aprobada la rigurosa evaluación se levantaba el acta respectiva: único requisito para promoverse o graduarse.
Las alumnas graduadas eran reconocidas como mujeres idóneas y de inmediato la sociedad las acogía como Maestras, pues antiguamente una estudiante que aprobara cuarto de bachillerato (noveno hoy en día), estaba habilitada para enseñar en los pocos establecimientos educativos de la región.
Las verdaderas fundadoras fueron la Hna. Henri Gabriel, quien tuvo la colaboración de las Hermanas San Miguel y Agustina de la Cruz como Profesoras.
ESTUDIOS QUE CURSABAN
En los primeros años, se enseñaba aritmética, ortografía, historia, lectura, matemáticas, catecismo del Padre Astete, geografía, se daba especial importancia a las artes manuales, pues se formaba a la mujer para la vida… mas tarde en 1926 se amplió el pénsum y después de haber cursado las materias requeridas entre las cuales figuran además, historia universal, francés y pedagogía, terminado el curso se presentaba la candidata ante las autoridades para un examen público, se levantaba un acta. Aprobados los exámenes se les otorgaba el título de GRADO SUPERIOR DE MAESTRA.
NUEVA ORIENTACIÓN
El año 1931marca la evolución de la época. En adelante serán los cursos comerciales en los Colegios de Señoritas las Directoras y profesoras enseñaban aquello que les parecía más necesario: Taquigrafía, mecanografía, contabilidad, era un honor graduar las alumnas en el menor tiempo posible, bien preparadas para que salieran a trabajar, entonces como lógica conclusión paulatinamente se fue perdiendo personal para el magisterio y el número cada vez mayor para el título de EXPERTAS EN COMERCIO.
FINALMENTE EL COLEGIO SE ADAPTA A LOS TIEMPOS
Como la reforma en la Constitución de 1886, abrió una nueva era para la mujer Colombiana ya que tenía la posibilidad de aspirar a puestos públicos y en consecuencia debía prepararse para desempeñarlos con eficiencia, las puertas de la Universidad estaban abiertas.
Se imponía que los Colegios tenían que prepararlas para la entrada a la Universidad.
El Colegio consciente de esta responsabilidad solicitó la aprobación oficial de Bachillerato Clásico la que fue concedida en 1948 cuando el Colegio entregó a la sociedad la primera promoción de bachilleres del Colegio de la Presentación.
Para finalizar vale la pena resaltar el papel tan importante que ha tenido la fundación y existencia de esta Institución en la ciudad de Ibagué ,por los diferentes aspectos mencionados ,además de resaltar que se ha sostenido su carácter y filosofita inicial marcando una verdadera historia de la educación femenina en la ciudad .